30 marzo 2009

LOS CASTILLOS DE LA COMUNIDAD DE MADRID


En la Comunidad de Madrid, existen actualmente 13 castillos, unos en perfecto estado de conservación, otros en restauración y el resto en estado deficiente y medio en ruinas en algún caso. Por órden alfabético, se enumeran a continuación los lugares donde se encuentran los mencionados 13 castillos: Arroyomolinos, Barajas (Alameda de Osuna), Batres, Buitrago del Lozoya, Chinchón, Fuentidueña de Tajo, Manzanares el Real, San Martín de Valdeiglesias, Santorcaz, Soto de Viñuelas, Torrejón de Velasco, Villanueva de la Cañada y Villarejo de Salvanés.

1.- Castillo de Arroyomolinos El castillo de Arroyomolinos (o torreón de Arroyomolinos o torre del Pan) está situado en la localidad de Arroyomolinos, en la zona oeste de la Comunidad de Madrid. Se encuentra en el mismo casco urbano y mantiente un buen estado de conservación, tras haber sido restaurado a principios de este siglo. Fue construido entre los siglos XIV y XV, como torre señorial. A pesar de su aspecto militar, se trata de un torreón señorial, que ha desempeñado distintas funciones civiles a lo largo de su historia. Ha servido de residencia a diferentes nobles y, a partir del siglo XIX, sus usos han sido variados. Fue utilizado como granero, como palomar y como almacén. Actualmente existe un proyecto de la Comunidad de Madrid y del Ayuntamiento de Arroyomolinos de convertirlo en un centro cultural. Algunas fuentes señalan que fue mandado construir por Juan de Oviedo. Existen referencias escritas de que las obras pudieron finalizar hacia el año 1476. Sin embargo, la presencia de varios escudos, correspondientes a Gonzalo Chacón y a su esposa, parece indicar que su promotor fue este noble, señor de Casarrubios y mayordomo mayor de la infanta Isabel, que más tarde accedería al trono de Castilla con el nombre de Isabel la Católica. Junto a sus emblemas, aparece labrado el escudo de los Reyes Católicos. Entre las personalidades históricas que han desfilado por este torreón, destaca Juana Enríquez, que se esposó con Juan II de Aragón y I de Navarra, enlace del que nació Fernando el Católico. La torre, de cinco pisos, está construida en ladrillo, con cimientos de piedra. Es de planta cuadrada, con esquinas redondeadas. Los elementos arquitectónicos más destacados del torreón de Arroyomolinos son sus ocho garitones, dos por cada vértice, que coronan el conjunto. En los siglos XIX y XX, la torre fue transformada para adaptarla a sus usos como granero y palomar. Sus dos primeras plantas fueron reconvertidas en almacén y las tres restantes fueron objeto de un tapiado, con el fin de convertirlo en palomar. Al mismo tiempo, se eliminaron el parapeto y el almenado que existían en el terrado.
Visitas: libre el exterior.

2.- Castillo de Barajas El castillo de La Alameda (o de Barajas, o de los Zapata) está situado en un descampado comprendido entre las calles de Antonio Sancha y Avda. de Logroño, en el barrio de la Alameda de Osuna del lugar de Barajas (cercano al aereopuerto internacional de Madrid-Barajas) perteneciente al ayuntamiento de Madrid. Fue construido en el siglo XV sobre un pequeño promontorio, vecino a la desaparecida aldea de La Alameda. Es propiedad del Ayuntamiento de Madrid, que lo adquirió por cesión urbanística. Actualmente se encuentra en estado de restauración muy avanzado. El castillo fue levantado entre 1431 y 1476, según consta en la documentación de la época, a instancias de la poderosa familia de los Mendoza. Su historia se entronca, desde fecha muy temprana, con la saga de los Zapata, apellido vinculado al patriciado urbano del Madrid bajo-medieval. Alrededor de la fortificación, se constituyó un señorío, que se extendía por las villas de La Alameda y Barajas. Fue otorgado como dote por el rey Juan II de Castilla a Inés de Ayala y Ruiz Sanz Zapata. En 1575, el edificio original fue objeto de una ampliación y reforma, promovida por Francisco Zapata de Cisneros, señor de La Alameda y conde de Barajas. Se levantó la torre del homenaje, se construyeron nuevas crujías en los laterales oriental y meridional y se abrieron vanos más amplios y luminosos. Entre las personalidades históricas que han desfilado por el castillo, destaca el duque de Alba, que lo habitó en 1580, a su regreso del destierro de Uceda (Guadalajara). En él murió el duque de Osuna (año 1622), después de un breve cautiverio. Tras su fallecimiento, la condesa de Benavente, su esposa, decidió comprar las tierras adyacentes, que, con el tiempo, dieron lugar a la finca de la Alameda de Osuna. En el siglo XVIII el castillo quedó despoblado. Su deterioro se hizo especialmente visible en el siglo XIX, cuando fue expoliado y sus materiales empleados para la construcción del panteón de los Fernán Núñez, familia que heredó el título nobiliario del condado de Barajas. En la primera mitad del siglo XX, volvió a sufrir nuevos daños, durante la guerra civil.
Visitas: actualmente se encuentra cercado de alambrada y se puede ver y fotografiar perfectamente desde fuera de la valla. En un futuro próximo, cuando termine la restauración que está realizando el ayuntamiento de Madrid, será visitable pero con control de acceso.

Parque de El Capricho en la Alameda de Osuna Cercano al castillo de la Alameda, se encuentra el parque de El Capricho, situado entre las calles de Paseo de la Alameda de Osuna y Avda. de Logroño, en el citado barrio de la Alameda de Osuna. Cuenta con una superficie de 14 hectáreas. Está considerado como uno de los parques más bellos de Madrid. María Josefa de la Soledad Alonso Pimentel y Téllez Girón (1752-1834), Duquesa de Osuna (casada con el IX Duque de Osuna, Pedro Téllez Girón), fue la fundadora del parque de El Capricho. En 1783 compró el terreno en la villa de Alameda. Un año después, en 1784, el arquitecto de la corte, Pablo Boutelou, expuso un proyecto inicial para el jardín. Empezó a construirse en el año 1787, terminándose 52 años más tarde, en 1839. Parece ser que se realizó para actividades sociales de los Duques, ya que la dama era la presidenta de la "Sociedad Económica de Amigos del País", entre otras funciones. La Duquesa falleció sin ver completamente concluido el recinto, en 1834. Se realizó el encargo de diseño de los jardines al arquitecto francés Jean-Baptiste Mulot, procedente de la corte de la reina María Antonieta de Francia. Se le atribuyen referencias inglesas, francesas, e italianas de la época en que fue construido, las cuales son reflejo de las influencias artísticas de los diseñadores del parque. Constituye el único jardín del romanticismo existente en Madrid. Muestras de ello son el laberinto de arbustos, los edificios, como el palacete, la pequeña ermita, o el salón de baile, además de los riachuelos que lo recorren y estanques, donde podemos encontrar cisnes y patos. La Duquesa ordenó construir estanques, que conectaban el canal principal que recorre el parque con el salón baile, que es donde se llevaban a cabo las fiestas que realizaba. El salón de baile se encuentra construido sobre un pequeño manantial (donde podemos observar la figura de un jabalí que permanece bajo un arco mirando hacia el riachuelo), del que se surtía de agua el resto del parque, a pesar de que también se encontraba algún estanque, que aún hoy podemos contemplar. Hizo plantar miles de lilos por todo el lugar, ya que de su flor favorita era la lila. En la invasión francesa de 1808, el recinto pasa a ser propiedad del general francés Agustín Belliard, quien parece ser que utilizó las instalaciones para sus tropas. Posteriormente, tras la retirada del ejército francés, el lugar regresó a manos de la Duquesa, quien llevó a cabo una reforma del mismo. Se repoblaron arbustos, y se construyó el casino de baile o palacete mencionado (1815), obra de de López Aguado (quien diseñó el Parque del Retiro). También se levantaron columnas y relieves que se consideran representación de las cuatro estaciones, primavera, verano, otoño e invierno. En 1834, tras la muerte de la Duquesa de Osuna, la propiedad del recinto pasó a su nieto, Pedro Alcántara. También a través de López Aguado, agrega nuevas construcciones, como una zona de exedras en la plaza de los emperadores, dedicadas a su abuela, que como el resto, se encuentran rodeadas de abundante vegetación. Tras la muerte de Pedro Alcántara en 1844, es cedido a su hermano, quien lo descuida totalmente, siendo subastado 38 años después. Durante la Guerra Civil Española cayó en manos del general José Miaja, defensor del bando republicano de Madrid, quien mandó construir bunkers para protección de su misión, y transcurrió una época en la que se degradó en buena medida el parque. Fue, por tanto, refugio del Estado Mayor del Ejército del Centro para la República, y aún hoy se conservan los mencionados bunkers. En los alrededores del palacio emergen restos de respiraderos, que eran de utilidad para el uso del ejército. Posee numerosos monumentos, incluso una pequeña zona dedicada a Baco, también conocido como Dionisio (en griego), considerado en la mitología como dios protector de la agricultura y del teatro. Tras décadas de relativo abandono, en 1974 fue comprado por el Ayuntamiento de Madrid, y en 1985 fue declarado Bien de Interés Cultural. Un año más tarde comenzó una remodelación total del parque, el cual quedó transformado tal y como podemos verlo actualmente. Visitas: desde el 1 de Octubre al 31 de Marzo se puede visitar los sábados, domingos y festivos de 9:00 a 18:30. Desde el 1 de Abril al 30 de Septiembre los sábados, domingos y festivos de 9:00 a 21:00. Se puede llegar hasta él en metro, (estación El Capricho, Línea 5), o en autobuses urbanos, nº 101 y 105.

3.- Castillo de Batres El castillo de Batres (o casa-fuerte de Batres) está situado en el municipio del mismo nombre, al sur de la Comunidad de Madrid, en el límite con la provincia de Toledo. Esta fortaleza-palacio, fue construida durante el Renacimiento, y se conserva en buen estado, casi completa. El castillo fue levantado entre los siglos XV y XVI. Ha estado vinculado históricamente con los señores de Batres, que lo utilizaban como residencia palaciega. Uno de sus más destacados moradores fue el célebre poeta toledano Garcilaso de la Vega (1503–1536), que heredó el título de señor de Batres de su madre, Sancha de Guzmán. La propiedad pasó posteriormente a los Condes de Oñate y después a los Marqueses de Riscal. En la década de los setenta, fue adquirido por el arquitecto Luis Moreno de Cala y Torres, que procedió a su restauración, al tiempo que fundó, dentro del recinto, la Escuela de Jardinería y Paisajismo Castillo de Batres. El castillo de Batres se encuentra situado sobre un altozano, que conforma, en su base, un foso natural, por el que discurren algunos arroyos que vierten al Guadarrama, río que pasa cerca de la fortaleza. Está rodeado de una frondosa arboleda, integrada por especies como la encina, el pino o el ciprés, así como árboles y arbustos de jardinería. Fue construido en ladrillo cocido, si bien sus cimientos son de pedernal. De planta cuadrangular, el edificio se articula en torno a la torre del homenaje, su parte más antigua, que destaca sobre todo el conjunto, dada su ubicación adelantada con respecto al resto de la fortaleza. Su portalón principal es de estilo gótico isabelino. Está presidido por un escudo de las familias de los Laso de la Vega y Guzmán, rama surgida en el siglo XV a raíz del matrimonio entre Garcilaso de la Vega, comendador mayor de León, y Sancha de Guzmán, heredera del señorío de Batres. De sus siete hijos, la figura más destacada fue el poeta y militar Garcilaso de la Vega. El estilo plateresco domina el patio central, que consta de una doble galería con columnas toledanas y balconada de hierro, del siglo XVI. En el centro del patio, se sitúa un pozo de estilo gótico. El Conjunto Histórico-Artístico del castillo de Batres está integrado, además de por la fortaleza, por diferentes construcciones situadas dentro de su recinto. Aquí figuran la Fuente de Garcilaso, la Huerta del Mirador, la iglesia parroquial, el subterráneo de la bodega, el puente sobre el arroyo del Sotillo, la Fuente del Chorro, la cercas del castillo, el almacén, la Casa del Hortelano y la Presa de Agua. Fuera del recinto, el Ayuntamiento de Batres ha protegido tres puentes, los secaderos de las riberas del Guadarrama, varios molinos y el Paisaje Arqueológico de Los Barrancos.
Visitas: información horarios de visita teléfono 915328871.

4.- Castillo de Buitrago del Lozoya El castillo de Buitrago del Lozoya está situado en el municipio del mismo nombre, en la parte norte de la Comunidad de Madrid. Fue construido en estilo gótico-mudéjar en el siglo XV, en el marco del recinto amurallado de la localidad, a orillas del río Lozoya. Posee una marcada influencia árabe. La estructura original se conserva parcialmente y en estado ruinoso. Algunos de sus elementos son utilizados para fines sociales o festivos, caso del patio de armas, que sirve de plaza de toros. Su titularidad corresponde a la Comunidad de Madrid. La construcción que ha llegado hasta nuestros días data del siglo XV, si bien cabe suponer que hubo una fortaleza anterior, de origen musulmán. Al menos así se desprende de las primeras referencias escritas, que aparecen en el siglo XII, en tiempos de Alfonso VIII de Castilla. La fortificación primitiva pudo tener un activo papel repoblador a partir del año 1085, año en el que Buitrago del Lozoya pasó a manos cristianas. El castillo quedó vinculado, desde la Reconquista, con la poderosa familia de los Mendoza, que constituyó la Comunidad de Villa y Tierra de Buitrago, dotada con capacidad jurisdiccional para repoblar. En el siglo XV fue levantado el edificio actual, a instancias de Diego Hurtado de Mendoza y Luna, que heredó de su padre el título de duque del Infantado, uno de los que ostentaba la Casa de Mendoza. Entre sus visitantes y moradores ilustres figuran, el literato pre-renacentista Íñigo López de Mendoza, primer marqués de Santillana y conde del Real de Manzanares, y Juana la Beltraneja. El primero frecuentaba el lugar, donde organizaba numerosas fiestas y eventos sociales, y la segunda lo habitó, invitada por los Mendoza, en el contexto de sus disputas con Isabel la Católica por el trono de la Corona de Castilla. El castillo de Buitrago del Lozoya sufrió daños de consideración durante la guerra de la Independencia. El castillo se alza sobre la esquina sureste de la muralla que rodea el casco histórico de Buitrago del Lozoya, a la que ocupa parcialmente. Sus materiales de construcción (ladrillo, cal y piedra) dan cuenta de su influencia musulmana, así como la disposición de los ladrillos, colocados en bandas horizontales unidas por cal y enmarcadas por bloques de piedra maciza. Su planta es rectangular. Consta de siete torres, que presentan formas variadas (cuadradas, rectangulares y pentagonales), construidas enteramente en piedra. Dispone de un patio de armas central, que es utilizado ocasionalmente como coso taurino. Estaba rodeado por un foso, integrado dentro del recinto amurallado donde se encuentra enclavado. Carece de torre del homenaje. Todas las torres son macizas hasta el nivel del adarve, excepción hecha de la pentagonal. Ésta es accesible desde el patio de armas central, a diferencia del resto, cuyo único acceso posible es a través del citado adarve. Uno de los elementos arquitectónicos más destacados del conjunto son sus bóvedas de cubrición, formadas por arcos de medio punto o aproximación de hiladas. También cabe mencionar su puerta de acceso, conformada por dos arcos, que se encuentra en recodo, en una de las torres. El interior del castillo está arruinado. En los siglos XV y XVI, albergaba un palacio, adornado con yeserías y techumbres de gran calidad.
Visitas: Se puede visitar el castillo, la muralla y toda la villa de Buitrago mediante una visita guiada, pidiendo cita previa en la Oficina de Turismo, en el teléfono 91 868 16 15.

5.- Castillo de Chinchón El castillo de Chinchón (o castillo de los Condes), se encuentra al sur del casco urbano de Chinchón, en la Comunidad de Madrid. Construido en el siglo XV, está constituido por dos cuerpos cuadrangulares imbricados, con esquinas rematadas en torres cilíndricas. Se encuentra en buen estado de conservación, pese a las vicisitudes históricas, que se saldaron con varios expolios e incendios. Es de titularidad privada; la propiedad corresponde a los condes de Chinchón. El castillo que ha llegado hasta nuestros días se asienta sobre una primitiva fortaleza, alrededor de la cual se articulaba el señorío de Chinchón, ostentado por la familia de los Cabrera desde tiempos desde los Reyes Católicos. El edificio original sufrió daños de consideración en el ataque que realizaron las tropas comuneras en el año 1520. La plaza fue entregada con toda su artillería el 21 de enero de 1521. El tercer conde de Chinchón, Diego Fernández de Cabrera y Bobadilla, decidió demoler los restos que quedaron. Sobre su solar, ordenó levantar un nuevo castillo, aprovechando los materiales del viejo. La autoría y cronología de las fases de la obra son desconocidas, si bien se sabe que su edificación se prolongó desde 1590 hasta 1598. Asimismo, existen referencias de los costes de la construcción. En su testamento, Fernández de Cabrera y Bobadilla hizo constar que llevaba gastados cincuenta mil ducados, sin haber salido de los cimientos. El castillo estuvo bien conservado hasta 1705, año en el que sufrió las consecuencias de la Guerra de Sucesión española. En esa fecha fue ocupado por las tropas del ejército del Archiduque de Austria, dirigidas por el Marqués de las Minas. Sus dependencias fueron aprovechadas para la instalación de abundante artillería. Más tarde, sufrió un incendio en su parte noroeste, a consecuencia del almacenamiento de cáñamo. Un siglo después, en 1808, durante los tres días de asedio a Chinchón, fue expoliado e incendiado a manos de la Brigada Polaca del mariscal francés Claude Perrin Victor, en el contexto de la Guerra de la Independencia. En el siglo XX, parte de sus materiales se aprovecharon para la regeneración de caminos, cercas y casas. También fue utilizado como fábrica de licores. El castillo de Chinchón está construido en mampostería caliza concertada, con rellenos de argamasa y piedras. Los vanos y las molduras están realizados en sillería, salvo la puerta de acceso, levantada parcialmente en sillarejo. En ésta se exhibe el blasón de los Condes de Chinchón, enmarcado por sillares almohadillados. El edificio es de dos cuerpos, que se imbrican entre sí formando una gran planta rectangular. Está rematado en torres cilíndricas, que se sitúan en las esquinas de cada uno de los cuerpos. Todo el conjunto guarda una gran simetría, excepción hecha de la esquina occidental, en la que se yuxtapone el cuerpo secundario dando lugar a un saliente, que quiebra la línea longitudinal de los muros noroeste y sureste.Está circundado por un foso, que se conserva parcialmente. El interior del castillo presenta transformaciones en la distribución de la tabiquería, fruto de su uso como fábrica de licores a lo largo del siglo XX. Sólo se conserva la planta inferior, tras la destrucción del piso alto en los diferentes asedios, incendios y expolios sufridos por el edificio. Consta de un gran patio central, alrededor del cual se extienden galerías arquitrabadas con habitaciones. En el centro de este patio, puede verse un aljibe.
Visitas: Libre el exterior, no está permitido el acceso al interior del castillo.

6.- Castillo de Fuentidueña de Tajo El castillo de Fuentidueña de Tajo (o castillo de Santiago o torre de los Piquillos), se halla en el municipio del mismo nombre, en la Comunidad de Madrid. Está situado sobre un cerro, desde donde se domina el pueblo. Estuvo vinculado históricamente con la orden militar de la Encomienda Mayor de Castilla de la Orden de Santiago, razón por la cual también es conocido como castillo de Santiago. Otras denominaciones son Torre de Doña Urraca y Torre de Los Piquillos, en referencia a la torre del homenaje, uno de los elementos de la fortaleza que mejor se conservan. Su propiedad corresponde al Ayuntamiento de Fuentidueña de Tajo, que permite visitarlo libremente. Se encuentra en estado ruinoso. La historia del castillo de Fuentidueña aparece ligada a la desaparecida fortificación musulmana de la Alfariella o de la Alarilla, edificada por la población musulmana para detener el avance de los reinos cristianos, durante la Reconquista. La Alarilla fue conquistada por el rey Alfonso VI de Castilla entre los siglos XI y siglo XII. Los cristianos establecidos optaron por abandonar esta construcción, meramente militar, y levantaron en el siglo XII un nuevo castillo, que, además de fortaleza, sirviera de residencia palaciega. En el castillo vivió la reina Urraca I, esposa de Alfonso I de Aragón, a quien el pueblo de Fuentidueña de Tajo llamaba dueña. Este apelativo, unido a la existencia de un manantial a los pies del cerro donde se emplaza el castillo, da nombre a la localidad. En el año 1212, Alfonso VIII consolidó la plaza, tras su victoria en la batalla de las Navas de Tolosa, que permitió la expansión meridional del Reino de Castilla. En el siglo XV, el edificio pasó a manos de la Orden de Santiago. En 1438, el adelantado Pedro Manrique fue encarcelado en el castillo, en tiempos de Juan II. También sirvió de prisión a Álvaro de Luna, en castigo por sus diferencias con la citada orden militar, y a Diego López de Pacheco, segundo marqués de Villena, confinado por orden de Gabriel Manrique. En el siglo XIX, durante la Guerra de la Independencia, el castillo de Fuentidueña fue expoliado y sus piedras utilizadas para la construcción de otras edificaciones. La cara exterior de la torre del homenaje, un muro y parte de algunas torres son los únicos restos que se conservan del castillo de Fuentidueña, que se encuentra en estado de ruina progresiva. El edificio fue construido, en su mayor parte, en tapial. Era de planta grande e irregular, a modo de paralelogramo. Presentaba dos cuerpos, uno principal y un gran albarcar, separados por un foso interior. Los restos conservados son fruto de una ampliación emprendida en el siglo XIV, dos siglos después de su fundación. Mide de norte a sur, aproximadamente 110 metros y, de este a oeste, unos 50. Aún siguen en pie las torres que defendían cada una de las esquinas, cuya base, según estimaciones, oscilaba entre los 2,5 y los 3 metros de lado. La torre del homenaje es el elemento arquitectónico de mayor interés del edificio. Con una altura de cerca de 30 metros, fue levantaba en el eje de simetría del recinto. El grosor de sus muros es de 1,4 metros.
Visitas: es de acceso libre.

7.- Castillo de Manzanares el Real Existen dos castillos en Manzanares el Real, el castillo nuevo y el castillo viejo.

El Castillo nuevo de Manzanares el Real, (o Castillo de los Mendoza), es un palacio-fortaleza erguido en el siglo XV en dicho municipio de Manzanares el Real (Comunidad de Madrid), junto al embalse de Santillana y al pie de la Sierra de Guadarrama. Sus obras comenzaron en 1475 sobre una ermita románico-mudéjar y hoy es uno de los castillos mejor conservados de la Comunidad de Madrid. Fue levantado al borde del río Manzanares, como palacio residencial de la Casa de Mendoza, en las inmediaciones de una fortaleza primitiva, abandonada una vez construido el nuevo edificio. El castillo alberga actualmente un museo de los castillos españoles y es sede de una colección de tapices. Fue declarado Monumento Histórico-Artístico en el año 1931. Es propiedad del Ducado del Infantado, si bien su administración y uso corresponde a la Comunidad de Madrid. Las tierras que bordean el curso alto del río Manzanares, muy ricas en pastos y bosques, fueron objeto de frecuentes disputas entre los diferentes poderes surgidos tras la Reconquista. Las Comunidades de Villa y Tierra de Segovia y Madrid protagonizaron diferentes litigios a lo largo del siglo XIII, que fueron resueltos en el siglo XIV por el rey Juan I de Castilla con la donación de la comarca a su mayordomo, Pedro González de Mendoza. Al hijo mayor de éste, Diego Hurtado de Mendoza, almirante mayor de Castilla, se le atribuye la construcción de una primera fortaleza, conocida en la actualidad como castillo viejo de Manzanares el Real, si bien es muy probable que este edificio tuviera un origen anterior. En el último tercio del siglo XV, la Casa de Mendoza decidió levantar un nuevo castillo-palacio, de mayores dimensiones y más lujoso, acorde con la notable influencia política y económica alcanzada por esta familia. Las obras comenzaron en 1475. Fueron promovidas por Diego Hurtado de Mendoza y Figueroa, primer duque del Infantado, que no pudo verlas concluidas. Fue su hijo primogénito, Íñigo López de Mendoza, quien las finalizó bajo la dirección del arquitecto Juan Guas, autor del Palacio del Infantado, de Guadalajara. La función de residencia palaciega con la que fue concebido apenas se extendió un siglo. Con la muerte en 1566 de Íñigo López de Mendoza y Pimentel, cuarto duque del Infantado, el castillo dejó de ser habitado, dado que surgieron problemas económicos y pleitos entre los herederos de la Casa de Mendoza. En 1914, el Ducado del Infantado procedió a una primera restauración. A ésta le siguieron, en los años sesenta y setenta, diferentes obras de consolidación, promovidas por la entonces Diputación Provincial de Madrid. Algunos elementos fueron completamente reconstruidos, caso de las estancias y corredores del interior del cuerpo principal. Fue este organismo el que decidió instalar en sus dependencias un museo de los castillos españoles, además de una colección de tapices. En 1982, el castillo albergó el acto de constitución de la Asamblea de Parlamentarios de Madrid, en el que tuvo lugar la ponencia redactora del Estatuto de Autonomía. El castillo, de planta cuadrangular, está construido enteramente en piedra de granito. Tiene cuatro torres circulares. En sus vértices están adornadas con unas bolas al más puro estilo isabelino. Destaca la torre del homenaje, de forma hexagonal. El edificio está rematado con una terraza, con matacanes y almenas. Consta de un patio rectangular porticado y de dos galerías sobre columnas octogonales. La galería gótica del primer piso está considerada como la más bella de la arquitectura militar española. Sobre el adarve meridional la galería es de traza flamígera sobre antepechos decorados a base de punta de diamante. Todo el castillo está circundado por una barbacana, cuyas saeteras llevan esculpidas en bajo relieve la cruz del Santo Sepulcro de Jerusalén, por el título que gozó Pedro González de Mendoza. Otros elementos defensivos del edificio son sus troneras. El castillo está dispuesto en seis alturas, además de un sótano: planta baja, entreplanta primera, planta principal, entreplanta segunda, galería alta y galería de cubiertas. La puerta de acceso, enmarcada en dos cubos, presenta un arco rebajado.
Visitas: información en los teléfonos 91 852 86 85 y 91 853 00 08

- El castillo viejo de Manzanares el Real, (o Plaza de Armas), se halla en la citada localidad. Está situado en el extremo de una loma, al borde del río Manzanares, en la falda meridional de La Pedriza, la formación granítica más importante de la Sierra de Guadarrama. No se conoce la fecha de su fundación, si bien es anterior al castillo nuevo. Está en estado ruinoso y sólo se mantienen dos muros en pie, integrados dentro de un recinto ajardinado. No existen referencias sobre la construcción de este castillo. La primera documentación que aparece data del siglo XIV, cuando el rey Alfonso XI de Castilla emprende unas obras de carpintería en el edificio. Cabe entender que fue erigido como fortaleza, en el contexto de la Reconquista. Con la conquista cristiana de la Sierra de Guadarrama, fue objeto de disputas entre las Comunidades de Villa y Tierra de Segovia y Madrid por hacerse con el control de los bosques y pastos del curso alto del río Manzanares. Estuvo vinculado, en un primer momento, con la familia De la Cerda, a través de Leonor Núñez de Guzmán. El 14 de octubre de 1383, el rey Juan I de Castilla puso fin a los reiterados litigios entre madrileños y segovianos, haciendo donación de las tierras (y, con ello, cabe suponer que también de la fortaleza) a la Casa de Mendoza, que articuló en su entorno el señorío del Real de Manzanares El edificio entró en decadencia cuando, en el último tercio del siglo XV, esta poderosa familia impulsó la construcción de un nuevo castillo en sus inmediaciones, que sirviera de residencia palaciega. El castillo viejo de Manzanares el Real era de planta cuadrangular. En tres de sus esquinas, se levantaban torres cilíndricas y, en la restante, se alzaba la torre del homenaje, de mayores dimensiones. Su trazado respondía al modelo habitual de la época, igualmente presente en el castillo nuevo, obra muy posterior. En cuanto a su factura, el estilo dominante es el mudéjar, a base de piedra granítica y encintado de ladrillos.
Visitas: es de acceso libre.

8.- Castillo de San Martín de Valdeiglesias El castillo de San Martín de Valdeiglesias (o castillo de la Coracera), está situado en el citado municipio de San Martín de Valdeiglesias, en el extremo suroccidental de la Comunidad de Madrid. Esta fortaleza, construida en el siglo XV, se encuentra en un buen estado de conservación, como consecuencia de varias obras de rehabilitación, emprendidas hacia 1940 y en los primeros años del siglo XXI. Su propiedad corresponde a la Fundación Castillo de la Coracera, constituida en el año 2003. Esta entidad, formada por el Ayuntamiento de San Martín de Valdeiglesias y un particular, está rehabilitando el edificio para su uso público. En él se va a instalar el Museo de los Vinos de Madrid y está previsto que albergue otras dependencias, destinadas a la difusión turística y cultural de la zona. El castillo de la Coracera fue mandado levantar por Álvaro de Luna en el siglo XV, como residencia y pabellón de caza. No obstante, existen referencias de una construcción anterior, que datan de tiempos de Alfonso VIII de Castilla, en los siglos XII y XIII. Además de por Álvaro de Luna y sus herederos, la fortificación ha sido utilizada por distintas personalidades históricas, entre las que destaca la reina Isabel la Católica, que residió en ella cuando fue proclamada heredera de la Corona de Castilla. El castillo fue primeramente posesión señorial y posteriormente real. En el siglo XIX, quedó en manos del Barón de Sacro Lirio, que lo utilizaba a efectos recreativos y cinegéticos. Así se mantuvo durante todo el siglo XX, hasta su adquisición en 2003 por el Ayuntamiento de San Martín de Valdeiglesias. La fortaleza está construida en piedra berroqueña. Es de planta cuadrada y se articula alrededor de tres grandes volúmenes, de forma circular, sobre los que destacan la torre del homenaje y una torre que hace la función de albarrana. El conjunto está rodeado de una barbacana, de unos cuatro metros de altura, situada a unos cinco metros de distancia del núcleo principal. La torre del homenaje, de sólido aspecto, tiene forma pentagonal y presenta tres garitones. A sus pies se sitúa la puerta de acceso, formada por dovelas de granito, de medio punto. Todo el conjunto se encuentra almenado. Las almenas fueron incorporadas en una de las restauraciones efectuadas en el siglo XX. En lo que respecta al interior, el patio de armas es el punto de distribución de las diversas dependencias, entre las que sobresalen la capilla y la bodega.
Visitas: información en el Ayuntamiento de San Martin de Valdeiglesias, teléfonos 91 861 13 08 – 09 - 10.

9.- Castillo de Santorcaz El castillo de Santorcaz (o castillo de Torremocha), se halla en Santorcaz, municipio situado en la parte oriental de la Comunidad de Madrid. Forma parte del conjunto fortificado de la villa, en el que destacan, además del propio castillo, las siete torres defensivas de la muralla y, adosada a ésta, la iglesia de San Torcuato, cuyos orígenes se remontan al siglo XIII. A pesar de su carácter religioso, dicha iglesia, presenta un aspecto fortificado. El castillo de Torremocha se encuentra en estado de ruina progresiva, si bien ha sido objeto de diferentes restauraciones. Su propiedad corresponde al Ayuntamiento de Santorcaz. El castillo de Torremocha fue levantado en el siglo XIV, sobre los cimientos de una edificación anterior, que pudo datar del siglo XII. Cabe suponer que la primitiva construcción cumplía una función de apoyo a la plaza fuerte de Alcalá de Henares, ciudad localizada a unos 14 km de Santorcaz. El edificio que actualmente se conserva fue mandado construir por el arzobispo Pedro Tenorio. Vinculado desde sus orígenes al poderoso Arzobispado de Toledo, fue reformado y ampliado en varias ocasiones entre los siglos XIV y XV, junto con las torres del recinto amurallado en el que el castillo se integra. De ahí las diferentes facturas que presentan los distintos elementos del conjunto. En el siglo XV, el castillo abandonó su inicial función defensiva y se convirtió en cárcel de clérigos, en tiempos del arzobispo Alfonso Carrillo de Acuña. El cardenal Cisneros y Ana de Mendoza de la Cerda, princesa de Éboli, han sido algunos de sus prisioneros. El edificio es de planta ovalada, si bien esta forma se pierde en la parte meridional, donde el trazado va en línea recta. El cuerpo principal tiene una longitud que oscila entre los 90 m (de este a oeste) y los 110 m (de norte a sur). El grosor de los muros es de aproximadamente 1,6 m. La irregularidad de las dimensiones y de la planta obedece a los distintos desniveles de la plataforma sobre la que se asienta el castillo, que se articula así en planos diferentes. Aún se mantienen en pie algunas torres defensivas, en diversos ángulos. A pesar de su nombre, el castillo se encuentra actualmente desmochado.
Visitas: su acceso es libre en algunas zonas.

10.- Castillo de Viñuelas El castillo de Viñuelas es un palacio fortificado de la Comunidad de Madrid. Está situado junto al municipio de Tres Cantos, dentro del espacio natural protegido del Soto de Viñuelas, integrado en el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares. Aunque sus primeras referencias se sitúan en el año 1285, la construcción actual data de los siglos XVII y XVIII. El edificio presenta transformaciones, realizadas en el siglo XX, para su acondicionamiento como lugar de celebraciones y convenciones. Tanto el castillo como el monte que lo rodea son de propiedad privada. La historia del castillo de Viñuelas se vincula a la del monte homónimo, un encinar adehesado de gran valor cinegético. Existen referencias de una edificación primitiva que datan de 1285, año en el que el rey Sancho IV de Castilla hizo donación de estas tierras a García López de Saavedra y a los hijos de Ruy Sánchez. En el siglo XIV, el monte y el edificio pasaron a manos de Leonor Núñez de Guzmán, amante de Alfonso XI. La Orden de Santiago y el Marqués de Santillana fueron los siguientes propietarios. A través de este último, el paraje quedó adscrito al Real de Manzanares. En el siglo XVI, la titularidad de la finca y del castillo recayeron sobre el emperador Carlos I, que, con objeto de recaudar dinero para la corona, se la vendió a Arias Pardo de Saavedra, mariscal de Castilla, por 42 cuentos y 24.572 maravedíes, además de 3.000 de renta anual y 7 corderos al año. Después de varias ventas, la propiedad pasó a la marquesa de Mejorada y de la Braña, quien mandó construir, en el año 1697, las cuatro torres angulares que esquinan el cuerpo principal del castillo. En el siglo XVIII, la Corona Española volvió a hacerse con el encinar y el edificio. Carlos III impulsó diferentes reformas en el castillo, a las que siguieron las mejoras realizadas por Carlos IV. En el siglo XIX, el duque del Infantado compró la finca, tras haber sido subastada durante la Primera República Española. A él se debe la incorporación de un salón gótico, procedente de Cuéllar (Segovia), y de diferentes elementos trasladados desde el castillo de Manzanares el Real (Madrid). En 1939, el arquitecto Diego Méndez se encarga de la reconstrucción y adaptación del castillo para residencia de Francisco Franco, obra que realizó en sólo tres meses. El castillo es de planta cuadrada y tiene tres alturas. Posee cuatro torres cilíndricas almenadas, una en cada esquina, que superan el alto del cuerpo principal, mediante una planta adicional. La fachada principal, orientada al norte, destaca por su ornamentación. Integra un panel superior central, en el que aparece un escudo, y presenta un balcón corrido en la primera planta. Éste se apoya sobre diferentes columnas, que dan lugar a un pórtico. A ambos lados, se levantan dos garitas rematadas con chapiteles. La Sala de Armas es la estancia de mayor valor monumental del interior.
Visitas: el acceso está restringido.

11.- Castillo de Torrejón de Velasco El castillo de Torrejón de Velasco se encuentra en el municipio del mismo nombre, en la parte meridional de la comunidad de Madrid. Es de titularidad privada y, dado su delicado estado de conservación, figura en la Lista roja de patrimonio en peligro. El castillo fue fundado en el siglo XV, sobre una edificación anterior, más modesta, cuyas primeras referencias históricas datan del siglo XIII. Es muy probable que su promotor fuera Gutierre Gómez de Toledo, personaje vinculado con la Casa de Alba, ya que, por aquel entonces, las tierras de Torrejón de Velasco estaban bajo su dominio. Dadas las características y trazas de la construcción, puede estimarse que las obras pudieron ejecutarse entre 1430 y 1440, si bien la primera constancia escrita de la fortificación no aparece hasta el año 1455. Hacia 1465 la fortaleza había pasado a manos de Álvar Gómez, familiar de Gómez de Toledo y secretario de Enrique IV de Castilla (1425-1474). Entre Álvar Gómez y el monarca surgieron importantes desavenencias políticas, que finalmente se resolvieron a favor de Pedro Arias Dávila, señor de Puñonrostro, quien, siguiendo órdenes del rey, puso sitio al castillo y tomó posesión de su área de influencia. Este señorío mantuvo la propiedad hasta la Desamortización de Mendizábal, perdiéndolo definitivamente en el año 1830. En el siglo XVI, la fortaleza dejó de tener una función militar y fue utilizada como prisión de notables de la Corte, al igual que otras fortificaciones de la Comunidad de Madrid, caso del castillo de Torremocha, en Santorcaz. El siglo XVIII supuso su definitiva decadencia. En 1775, sus dependencias alojaron una fábrica de jabones y una hilatura de lana. Durante la Guerra de la Independencia, el edificio sufrió graves desperfectos a manos de las tropas francesas, que terminaron por arruinar la estructura. En el siglo XX, fue usado como almacén de maquinaría agrícola y como establo para ganado. Entre las personalidades históricas que han habitado en el castillo, la tradición sostiene que en 1526 se alojaron Carlos I (1500-1558) y Francisco I de Francia (1494-1547), mientras se dirigían a Illescas (Toledo) para concertar la boda de este último con Leonor de Austria (1498-1558), hermana del emperador. Es citado como lugar del fallecimiento, en 1544, encadenado por muchas crueldades de las que se le acusaba, del fundador del reino de Nueva Galicia, en Nueva España (México), Nuño Beltrán de Guzmán. El castillo es de planta rectangular y mide 37 m de largo y 21 de ancho. Presenta un cierto aire palaciego, fruto tal vez de alguna reforma, en la que se suavizó su primitivo aspecto militar. Está flanqueado por nueve cubos semicilíndricos, separados entre sí por una distancia aproximada de siete metros. Cuatro de ellos se levantan sobre las esquinas, dos en cada una de las caras largas y el restante en el centro del lado septentrional. En el interior de los cubos, existen restos de crujías, que parecen indicar la existencia de cámaras superpuestas en el pasado. La torre del homenaje se eleva sobre el flanco suroccidental y destaca por sus dimensiones. En los extremos de su cara frontal, se sitúan sendas torrecillas cilíndricas, a modo de contrafuertes. Pese a que los elementos mejor conservados son los muros externos, aún se mantienen en pie algunas partes del interior, caso de diferentes dependencias adosadas, articuladas alrededor de un patio central, y de un sistema de captación de agua. También cabe mencionar el acceso, resuelto en recodo, junto a la torre del homenaje. La entrada presenta arco ojival y está construida en sillarejo, a diferencia del resto del edificio, realizado en mampostería.
Visitas: Es de acceso libre, pero con peligro de desprendimientos en el interior. Actualmente está rodeado por una valla metálica, pero que no impide el acceso al entorno directo al castillo.

12.- Castillo de Villanueva de la Cañada El castillo de Aulencia (o castillo de Villafranca) se localiza en el término municipal de Villanueva de la Cañada, en la Comunidad de Madrid. Junto a su enclave, surgió la desaparecida aldea de Villafranca del Castillo, que actualmente da nombre a una urbanización de lujo. Se alza sobre el cerro Horcajo, situado cerca de la confluencia de los ríos Aulencia, corriente de la que toma su nombre, y Guadarrama. El edificio se encuentra en estado de ruina progresiva, si bien se conserva gran parte de la estructura original. Es de propiedad privada. En sus cercanías está la base ESAC de la Agencia Espacial Europea. El castillo podría tener un origen musulmán. Aunque no existe abundante documentación al respecto, cabe suponer que fue residencia del jefe árabe de la zona, al que tributaban todos los pueblos del entorno. Las primeras referencias escritas son muy posteriores. Se sabe que, en el siglo XIV, su propietario era García Fernández, y que, en el siglo XV, pasó a manos de Alfonso Álvarez de Toledo, noble al servicio de Juan II de Castilla. En 1450, aparece citado como fortaleza en un documento fechado en la ciudad de Madrid. En 1455, Juan II libró al lugar de tasas y estableció que la fortificación y el pequeño caserío surgido a sus pies llevasen el nombre de Villafranca del Castillo. En este mismo siglo, los Núñez de Toledo, descendientes de los Álvarez de Toledo, emprendieron obras de ampliación en el edificio y levantaron un doble muro alrededor de su núcleo principal. Hasta prácticamente el siglo XIX, no vuelve a haber referencias escritas sobre el castillo. En el año 1813, en el testamento del Marqués de Gelo y Santamarca, se describe al lugar como una zona despoblada. Posteriormente pasó a manos del marqués de Sotomayor. En 1844, su hija hizo inventario del paraje, que, según sus reseñas, constaba de un caserío, unos viñedos, un chaparral y unos campos, valorados en 1.329.850 reales. En 1868, el marqués vendió las tierras, dadas sus dificultades económicas para mantenerlas. En 1880, el castillo fue adquirido por Fernando Puig y Gilbert y, en 1918, por la familia Ballesteros, sus actuales propietarios. En todo este tiempo, sirvió de habitación para el guarda de la finca. Durante la guerra civil, el edificio fue utilizado como refugio de una brigada de soldados soviéticos, que apoyaban al ejército republicano durante la batalla de Brunete, disputada en julio de 1937. El edificio fue bombardeado por las tropas franquistas. Sus características arquitectónicas son parecidas a las de otras fortificaciones de la época, que aún se conservan en distintos puntos de Castilla. Particularmente, guarda similitudes con el castillo de Jadraque, en la provincia de Guadalajara. El edificio es de pequeñas dimensiones. Está formado por un cuerpo principal, alrededor del cual se extiende una barbacana exterior. El núcleo principal es de planta cuadrada, de unos 25 metros de lado. Su elemento más destacado es la torre del homenaje, de más de 20 metros de alto, que se halla adosada a una de las esquinas de la construcción. Ocupa prácticamente la cuarta parte del conjunto y consta de varios pisos, de los cuales sólo es accesible el inferior, dado el estado de ruina progresiva en el que se encuentra. Esta planta baja se compone de dos salas abovedadas, comunicadas entre sí, con entradas al patio de armas. Además de la torre del homenaje, aún se mantienen en pie ocho torres cilíndricas, repartidas entre los vértices y los centros de los cuatro lados del edificio principal. Los muros del núcleo principal poseen un grosor de un metro y medio y aproximadamente seis metros de altura. El recinto interior está compuesto por habitaciones sencillas, sin ornamentación. Existen, además, algunas estancias subterráneas. Visitas: Su acceso es libre, aunque una valla imposibilita acercarse.

13.- Castillo de Villarejo de Salvanés El castillo de Villarejo de Salvanés está situado en el municipio homónimo, en la zona suroriental de la Comunidad de Madrid. A pesar de que sólo se conserva la torre del homenaje, constituye una muestra arquitectónica única en España, al disponer los cubillos agrupadamente en los lados y no en las aristas, como es habitual en la arquitectura militar española. No hay consenso a la hora de establecer la fecha de fundación de este castillo. Algunas hipótesis sostienen que fue construido en el siglo XIII para reforzar las conquistas cristianas de la zona de influencia del Tajo, arrebatadas en los siglos anteriores a Al-Ándalus. Esta teoría cobra peso si se tiene cuenta que el castillo de la Alfariella o de la Alarilla, una fortaleza de origen musulmán localizada en el cercano pueblo de Fuentidueña de Tajo, fue totalmente destruido durante la Reconquista. Ante la imposibilidad de ocupar esta plaza, los cristianos se vieron obligados a levantar una fortificación próxima, que consolidara sus posiciones en los territorios conquistados. Otras teorías establecen un origen anterior al siglo XIII e, incluso, algunos investigadores aventuran que el edificio medieval que ha llegado hasta nuestros días puede asentarse sobre los restos de una primitiva fortaleza romana. Al margen de ello, sí parece cierto que el castillo de Villarejo de Salvanés formaba parte del sistema defensivo que protegía el paso por el antiguo Camino de Toledo, así como por la llamada Senda Galiana (calzada romana que enlazaba la Galia e Hispania, en uso durante la Edad Media). El castillo de Villarejo de Salvanés fue sede del Tribunal Especial de las Órdenes Militares y, en el siglo XIX, acogió como refugiado a El Empecinado, además de convertirse en el punto de origen de uno de los fracasados levantamientos de Juan Prim. En las Relaciones de Felipe II, del año 1575, se describía al castillo de Villarejo de Salvanés como una fortaleza con buen aposento, con arcos de canterías y mármoles de Génova. Se hacía mención expresa a su torre, de la que se destacaba su altura, su adarve y sus cubillos de cal y canto. La torre del homenaje es el único elemento del edificio que se conserva actualmente. Fue construida siguiendo el modelo de arquitectura militar de las provincias de Madrid y Toledo, caracterizado por la agrupación de los cubillos (o torrecillas cilíndricas), que aparecen adosados al conjunto principal. Su rasgo más singular, único en las fortificaciones españolas, es que no están situados en las esquinas de la torre, sino en sus lados, en orden de tres por cada uno de ellos. La torre tiene cuatro plantas y está rematada con matacanes simulados. La práctica ausencia de vanos es otra de sus características, con la excepción de unas ventanas resaltadas con sillares. Está construida en sillarejo y cal. El castillo pertenece al Ayuntamiento de Villarejo de Salvanés.
Visitas: Visitable los miércoles, jueves y viernes de 10:00 a 13:00 de la mañana y de 17:00 a 20:00 por la tarde. También los sábados y domingos de 11:00a 14:00. Más información en la Casa de la Cultura, teléfono 91 874 41 75.

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